Categorías
Blog

Exigimos un turismo regenerativo

Una nueva alteridad turística que fomente el respeto y no la destrucción

En vista de la disminución del turismo internacional debido a la actual pandemia, muchos se preguntan si podría ser ahora la oportunidad perfecta para reconstruir un turismo más verde y más sostenible. Se trata de un tema complicado, pues en un momento de emergencia climática, la solución drástica quizás sería dejar de viajar. ¿Pero quién accedería a tal cosa después de trabajar duramente durante todo el año, y especialmente este año después de haber pasado unos meses prácticamente encerradas?

Viajar nos aporta mucho: es mucho más que simplemente disfrutar de algunos días lejos de nuestro entorno habitual y de descansar del trabajo. Visitar nuevos lugares trae una abertura cultural y psicológica, y nos enseña a respetar la diferencia; el autoaprendizaje que resulta del viaje nos enriquece como seres humanos. Además, la oportunidad de conocer lugares naturales nos recuerda su belleza, nos abre los ojos sobre los daños infligidos a los ecosistemas, y nos sensibiliza con la emergencia medioambiental. Sin embargo, para seguir beneficiándonos de ello de manera verdaderamente responsable, es imprescindible cambiar nuestra manera de viajar y reducir el impacto desastroso del turismo en nuestro planeta. La naturaleza nos da mucho: ¡devolvámosle el favor!

No es un tema que tengamos que resolver solas, creemos que si queremos una transición hacia un turismo más verde y sostenible, todas tenemos que poner nuestra parte. Como individuos podemos tomar mejores decisiones reflexionando sobre el motivo real detrás de nuestras escapadas, mientras que las empresas deben vender y promover viajes más éticos.

Ante un turismo de nueva normalidad que se asemeja demasiado en sus dinámicas de consumo al de la vieja normalidad, proponemos otro turismo que, lejos de ser extractivista y degenerativo, tenga un impacto positivo en las comunidades locales, que sea regenerativo para el ecosistema y la sociedad. Un turismo que no contribuya al encarecimiento del precio de viviendas –ya sea la compra o el alquiler de ellas, así como a los consiguientes procesos de gentrificación–, de bienes de consumo básicos como son los alimentos, dejándolos fuera del alcance de las que aquí viven con pocos recursos, o al encarecimiento y privatización del uso de espacios de trabajo u ocio. Así además, la parte de la población que más nota los efectos de este turismo de masas es la más precarizada.

La necesidad de recuperar los ecosistemas

Por estos motivos, y especialmente en un contexto de crisis climática, como ya argumentamos en otra entrada del blog, nosotras defendemos el ecoturismo para aprender a mirar de una manera diferente y disfrutar de la comprensión del mundo natural. Aun así, tenemos que olvidarnos del binarismo que nos hace pensar que el ecoturismo, como alternativa al turismo convencional, es siempre bueno. El ecoturismo también debe realizarse de manera responsable y hay que incentivar que se dé siguiendo unas medidas que verdaderamente garanticen que la visita humana no sea perjudicial en ningún sentido. No tiene sentido alguno hacer escapadas a la naturaleza si la inversión en proteger estas áreas es insuficiente, porque solo conseguiremos generar un desequilibro entre el uso de los espacios y su conservación. Si no protegemos estos espacios y apostamos por devolverle a la naturaleza lo que le hemos quitado, no solo se verá afectado el sector turístico, perderemos mucho más.

El nuevo turismo debe valorar la importancia de la presencia de grandes depredadores en las zonas naturales, muchas veces temidos, como los lobos o los osos con quienes compartimos territorio, quienes forman parte de los ecosistemas y contribuyen a su perfecto equilibrio. Sin estas especies se produciría un desequilibrio en la cadena trófica, irrecuperable hasta la reintroducción de los mismos depredadores, como pasó con los lobos de Yellowstone. Otro aspecto a tener en cuenta es la época de observación adecuada de cada especie, puesto que acceder a su hábitat en determinadas épocas, como puede ser durante la cría, podría interrumpir su ciclo, reducir la natalidad o incluso incrementar el riesgo de mortalidad. Estos son solo algunos ejemplos de por qué hay que tener cuidado con el impacto del turismo en el comportamiento de la fauna. Lo que es fundamental es que el ecoturismo en zonas salvajes debe estar alineado con un rewilding o asalvajamiento que permita fortalecer la vida salvaje, además de reducir emisiones.

Renaturalizar las ciudades es vital para poder disfrutar de este nuevo turismo

Muchas veces se quiere huir de las ciudades porque nos generan estrés, están llenas de turistas –¡vaya!– y echamos de menos la conexión con la naturaleza. Una transición hacia un futuro más sostenible también implica rediseñar y renaturalizar nuestras ciudades y nuestros entornos naturales más cercanos. Está claro que el contacto con la naturaleza nos hace felices, la necesitamos para nuestro bienestar físico y psicológico, la ciencia ya lo ha demostrado. Pero hemos perdido esta conexión crucial con los ecosistemas. Las ciudades en las que vivimos nos alejan cada vez más del mundo natural, poniendo en riesgo nuestra salud y nuestro equilibrio mental. Una transición hacia un futuro sostenible no se puede hacer sin un cambio radical de los entornos urbanos y naturales cercanos. Rediseñar y renaturalizar nuestras ciudades alentaría un turismo más local y ecológico, en el que la necesidad de evasión se encontraría delante de nuestra puerta. Pero, ¿es posible mantener un equilibrio real entre la preservación de la naturaleza y las ciudades actuales? ¿Cómo disminuir el bullicio, ajetreo y estrés de la ciudad? Venecia ya se plantea poner algunas medidas para controlar el número de visitantes, como impuestos a las excursionistas. Algunas ciudades están adaptándose a un futuro sin coches en el centro de la ciudad (Atenas) y más apto para ciclistas (Berlín).
Si llevamos esta idea todavía más allá, incluso en zonas hiperpobladas del planeta como lo es Europa, es posible –aunque no fácil– y beneficioso tanto para ecosistemas y personas que coexistan zonas salvajes sin humanos –a través del asalvajamiento de zonas abandonadas, por ejemplo–, zonas semidomesticadas y zonas urbanas. Un ecoturismo responsable es posible porque, si se hace bien, el asalvajamiento no es incompatible con la presencia humana. De hecho, algunas comunidades rurales y/o indígenas están habituadas a la convivencia con la naturaleza de una forma respetuosa y simbiótica. Tenemos que educarnos y aprender de  ellas, y denunciar y boicotear cualquier proyecto que las expulse de sus territorios.

Share: